A diferencia de los adultos los niños no ponen tantos obstáculos entre su mente y la música, simplemente se dejan llevar. La capacidad de comprensión emocional que tienen, y que lamentablemente el sistema de enseñanza reglada no contempla, hace que les resulte sumamente fácil dejarse llevar por los sonidos y las emociones que estos provocan a su cuerpo y mente. Así se dejan llevar por los ritmos, las melodías, y comprenden sus formas desde un lugar muy físico y propio.
Como sabemos la música es un lenguaje no verbal y los niños pequeños son expertos en esta materia. Durante las actividades prácticas, siempre llevadas a cabo dentro de un marco de historia o juego, voy introduciendo conceptos teóricos de la música, nombrando a las cosas de la forma correcta, tal y como lo hace un músico profesional. Así van asimilando términos y conceptos de una forma amena y no forzada, aprendiendo siempre que la música "suena", así conocemos las figuras rítmicas por su sonido, luego por su nombre y al final por su imagen; lo mismo hacemos con las notas y melodías. Esta es la base fundamental para luego poder pasar a conocer los otros elementos de la escritura musical, como por ejemplo el pentagrama, pero todo será más fácil si trabajamos sobre una base sólida de musicalidad.
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